Cuando queremos dirigir procesos de cambio en las instituciones político-administrativas, podemos utilizar expresiones que muchas veces no se corresponden con la literalidad de las acciones que deseamos llevar a cabo. No es lo mismo planificar, que gestionar, ni dirigir que administrar. Por eso, considero necesario realizar algunas aclaraciones sobre los citados conceptos.
Cuando utilizamos la palabra dirigir, nos estamos refiriendo a encaminar la intención y las operaciones a un determinado fin, llevando un propósito a término. Implica mandar, influir y motivar a los empleados para que realicen tareas esenciales de una organización. Es, pues, una actividad muy concreta, ya que requiere trabajar directamente con la gente, ejerciendo un liderazgo participativo.
Gestionar, sin embargo, implica hacer diligencias conducentes a resultados favorables para la organización. Supone aplicar las reglas, procedimientos y métodos operativos para llevar a cabo con eficacia las actividades que permiten lograr esos objetivos marcados por la entidad. La gestión tiene que ver con la puesta en práctica de las acciones planificadas y con el posterior estudio de las desviaciones que se puedan producir sobre el plan trazado de antemano.
Por su parte, administrar es ordenar, disponer, organizar. Se refiere a la actividad a través de la cual un sujeto o grupo de personas le imprimen orden y actividad a una organización, con el manejo de los recursos materiales, humanos, financieros y técnicos que tiene a su disposición. Y esto con la finalidad de cumplir con los objetivos que se ha fijado la institución.
Las Administraciones Públicas, al tratarse de una organización más, también realiza funcionen de dirección, gestión, administración, en definitiva, también planifican. La planificación es un proceso de toma de decisiones para alcanzar un futuro deseado, teniendo en cuenta la situación actual y los factores internos y externos que pueden influir en el logro de los objetivos. Se trata de un proceso para establecer metas y un curso de acción adecuado para alcanzarlas e implica que las organizaciones piensen con antelación en sus metas y acciones, y que basen sus actos en algún método, plan o lógica, y no en suposiciones. Por ello, la planificación incluye labores de dirección, gestión y administración.
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