jueves, 30 de mayo de 2013

Planificación Estratégica y Dirección Pública


Las Administraciones Públicas están expuestas a un entorno cada vez más cambiante, donde participan numerosos actores y donde a las dimensiones propias de cualquier organización (organizativa y social) hay que añadir una tercera dimensión, la dimensión política. La planificación estratégica es un proceso que apunta a la definición de la estrategia de una organización, junto con la definición de responsabilidades para la implementación de la misma, que le permiten dar respuesta a los nuevos problemas con los que se enfrenta en su funcionamiento cotidiano. Esta planificación precisa de una reflexión profunda entre los miembros de una organización, que busca identificar lo que ésta es actualmente, con sus fortalezas y deficiencias, y lo que quiere ser en el futuro, definiendo para ello unos objetivos y metas y sus estrategias correspondientes (ARRANZ BUESO, E.).

 La dirección participativa es un requisito indispensable en cualquier proceso de cambio, pues siempre debe haber un miembro que dirija, impulse, coordine, motive y legitime las estrategias de mejora en las organizaciones. Afrontar los problemas supone contar con todos los agentes implicados en ellos para que participen en su diagnóstico y en el diseño de mejoras que consigan romper con su lógica interna. En definitiva, ser capaces de combinar opiniones individuales que permitan tomar decisiones colectivas, incrementando así la capacidad creativa de la organización generando ideas, descomponiendo problemas y proponiendo posibles soluciones (GUILLÉN ZANÓN, A.). 

No pueden tratarse, con carácter global, todos los problemas a las que se enfrenta una organización porque los recursos con los que cuenta son limitados. La propia elección de aquéllos sobre los que se definen las estrategias y las mejoras ya supone una auténtica decisión de valor para una institución. Priorizarlos, cuantificarlos, ordenarlos cronológicamente, presupuestarlos y evaluarlos resulta de vital trascendencia e importancia para una organización y auguran el posible éxito de la implantación de mejoras. Por eso, la planificación es básica a la hora de enfrentarnos a cualquier problema, porque del diagnóstico inicial de las debilidades de una organización y la toma en consideración de los recursos que posee, resultan auténticas oportunidades de futuro para esa institución.

martes, 28 de mayo de 2013

El Plan Estratégico Burgos 2020

Tal y como afirma ARRANZ BUESO, E., la estrategia trae consigo la definición de orientaciones generales para la acción de las organizaciones ante hechos nuevos, buscando valores diferentes de los que pueden generar en simples procesos incrementales de adaptación y mejora. En este sentido, un Plan Estratégico puede suponer un auténtico y profundo cambio de una entidad para acercarse más a su entorno, para reconducir su futuro, para implicar a todos sus empleados y a toda la sociedad en dicho cambio a través del consenso, generando así un camino conjunto hacia el aprendizaje organizativo acumulativo. 
 
Así, en palabras de FERNÁNDEZ GüELL, J. M., “la planificación estratégica de ciudades es un proceso sistemático, creativo y participativo que sienta las bases de una actuación integrada a largo plazo, que define el modelo futuro de desarrollo, que formula estrategias y cursos de acción para alcanzar dicho modelo, que establece un sistema continuo de toma de decisiones y que involucra a los agentes locales a lo largo de todo el proceso”.
 
En este escenario de grandes cambios socioeconómicos donde se presentan importantes retos para las Administraciones Públicas y para los ciudadanos, Burgos ha creado la Asociación Plan Estratégico Ciudad de Burgos, una entidad sin ánimo de lucro promovida por el Ayuntamiento del municipio con la finalidad de elaborar las líneas estratégicas de cambio que precisa la ciudad y aprobar con ello el Plan Estratégico Burgos 2020. Constituyen dicha Asociación más de 60 entidades públicas y privadas de Burgos, cuya actividad se circunscribe al ámbito social, económico, político, sindical, académico e investigador.
 
En lo referido al citado Plan, éste se articula en 9 líneas estratégicas bastante ambiciosas, que abarcan conceptos y definiciones muy laxas y que, en cuanto a la ténica, pueden dificultar la operacionalización de las variables para el cambio y la medición de indicadores de evaluación y control. Son las siguientes:

  

Siguiendo a FERNÁNDEZ GüELL, J. M. (2006), el Plan Estratégico de la Ciudad de Burgos adolece de ciertas debilidades que pueden condicionar su correcta implantación y que son las siguientes:
  • Una excesiva flexibilidad y adaptabilidad de la planificación al entorno: en el Plan adquiere un peso considerable el mercado, el cual puede acabar imponiéndose en los proyectos y en las actuaciones de cambio. El riesgo deriva en que el proceso puede simplificarse sustancialmente, equiparando la ciudad solo como una organización productiva, competitiva y eficiente, olvidando los aspectos de equidad, sostenibilidad y gobernabilidad propios que son exigibles a cualquier entidad pública.
  • Debilidad financiera: el Plan se caracteriza por una excesiva dependencia de las entidades colaboradoras del mismo, las cuales pueden dirigir en la sombra las estrategias de cambio, deslegitimando así el proceso participativo que debe definir cualquier estrategia de cambio.
  • Limitaciones intrínsecas: el Plan tiene un carácter más cualitativo que cuantitativo, lo cual dificulta los cursos de acción, el establecimiento de un cronograma vinculante, la dotación de recursos necesarios o de responsables de las actividades de mejora y la concreta definición de objetivos vinculantes. Su elevado nivel de abstracción de sus determinaciones puede dificultar su comunicación a la ciudadanía y su excesiva ambigüedad en las propuestas complica su implantación.
En definitiva, el Plan Estratégico Burgos 2020 es un documento de referencia para el cambio de la ciudad aunque demasiado ambicioso en su contenido y en sus pretensiones y objetivos, cuya virtud reside en su elaboración consensuada gracias a la participación de la mayoría de agentes sociales y económicos de la ciudad pero cuyo defecto quizás estribe en partir de un diagnóstico demasiado lineal de las necesidades reales del municipio, siendo además esta fase la qe más importancia adquiere en el proceso de cambio.