martes, 30 de octubre de 2012

Reforma administrativa y burocracia electrónica



La Burocracia, es decir, la estructura organizativa de las instituciones político-administrativas de un Estado, se encuentra condicionada por dos poderes públicos distintos: Administración Pública y Gobierno. De en qué grado intervengan uno y otro y de las características propias de cada orden dependerá la consecución de la finalidad objetiva: el interés general. 

El pensamiento burocrático hace referencia al compendio de teorías explicativas del funcionamiento de las instituciones político-administrativas de cada momento histórico. Intenta, de esta manera, buscar cuáles son las características comunes de las organizaciones formales de poder a lo largo de la historia y responde a las inquietudes doctrinales de autores universales que buscan modelos explicativos omnicomprensivos. 

La reforma administrativa es un proceso indisolublemente unido a la propia naturaleza de la organización pública, ya que posibilita el cambio continuado y dota de cierta homogeneidad y racionalidad al proceso de mejora institucional. Fuera de toda duda, la burocracia juega un papel decisivo e integrador en la modernización administrativa y en la propia estabilidad del Estado. 

La burocracia electrónica no constituye un nuevo paradigma en el pensamiento político-institucional pero sí un cambio profundo respecto del anterior modelo Weberiano. Supone un auténtico reto para los Estados y para la situación de éstos en el escenario internacional y permite optimizar el gran propósito de la Administración Pública, ofreciendo un servicio público directo y personalizado a los cada vez más y mucho más exigentes ciudadanos.

jueves, 25 de octubre de 2012

"El Conformista"

"Si el Estado no toma como modelo la imagen del individuo, ¿cómo podrá el individuo tomar como modelo la imagen del Estado?".

La película El Conformista (1970) de Bernardo Bertolucci, inspirada en la novela de Alberto Moravia, sitúa la narración de los hechos en el periodo final de la Italia fascista de Mussolini. Es una obra cinematográfica de continuos contrastes en diálogos, imágenes y sonidos, con un apabullante dominido de la fotografía, la cual conecta al espectador con el momento histórico en que ocurren los acontecimientos desarrollados.

El protagonista -Marcello Clerici-, es un hombre de familia acomodada, profesor de filosofía pero con dormidas inquietudes vitales y políticas. Acostumbrado a vivir en la continua apatía del individuo dentro del Estado totalitario, queda  subsumido dentro de la ideología del Duce, más por inercia que por convicción. Tal es así que su propio amigo Italo -quien representa con exactitud la imagen de su país con esa ceguera alegórica del régimen-, llega a reprocharle porqué mientras todo el mundo desea ser distinto, él desea ser como los demás. A lo que Marcello responde, con cierta viveza, comparando los inicios políticos de Hitler dentro de entornos de aparente normalidad social.

Esa vorágine de sentimientos encontrados, lleva a Marcello a ingresar en el servicio secreto del movimiento, sin tan siquiera saber qué motivo le impulsa a ello. Si no es miedo, ni dinero, ni creencia, solo parece ser el motivo de su causa esa frustración personal desde la infancia, que le privó de su voluntad y de su desarrollo intelectual. La encomienda de una misión secreta en París para asesinar a un exiliado político, comunista y antiguo profesor de Marcello en Italia -llamado Quadri-, genera en el protagonista su búsqueda interna y le lleva a enfrentarse con sus más temidas aflicciones. La salida de un ambiente seguro, el cambio de entorno y la libertad de vida cuestionan en Marcello los pilares de su existencia.

Un Estado opresor, grandilocuente y superfluo absorve al individuo hasta tal punto que le desjoja de la más simple voluntad, a cambio de ofrecerle una seguridad comunitaria excluída y excluyente. Un Estado fascista no tiene en cuenta a su población sino solo la perpetuidad del poder político al precio que sea preciso y sacrificando la libertad personal del ciudadano. El momento de encuentro del protagonista con su padre -antiguo camisa negra de Mussolini- en un sanatorio mental es clave. Tal parece que el loco sea el más cuerdo y que haya conseguido por fin la afirmación personal en lo que no quiere ser, un conformista oprimido.

jueves, 18 de octubre de 2012

"13 Días": ¿tecnocracia o pragmatismo?

"13 Días" sitúa al espectador en un escenario decisional de pugna entre el pensamiento político y el pensamiento burocrático en un periodo determidado y en unas circunstancias extremas: la Crisis de los Misiles. El Presidente estadounidense J.F.Kennedy debe dar una respuesta contundente a la amenaza ofensiva de la Unión Soviética, al instalar en Cuba misiles nucleares que atentaban, no solo contra la seguridad del país, sino de todo el mundo occidental. Todas las opciones cuentan con un alto grado de incertumbre y la respuesta no parece clara.

Muchos de los miembros de su equipo apostaron por un modelo decisional tecnocrático al estilo weberiano, con un excesivo tinte militar y patriótico, donde la respuesta quedaba reducida a la ejecución de una razón científica y desaparecía con ello la diversidad de opciones para el político: el ataque aéreo para desarticular la amenaza soviética, solo o acompañado de la invasión. Hasta tal punto creían en ello que no sería lógica aplicar cualquier otra medida: "Solo hay una postura razonable y esperemos que la pacificación no le venga al presidente de familia, auque me temo que la flaqueza sí".

Kennedy, por contra, apostó por el modelo decisional pragmático weberiano, mediante el cual establece un permanente diálogo con expertos, burócratas y políticos, intercambia posiciones y llega a adoptar una decisión estratégica para su gobierno, siendo consciente de todo lo que rodea a su respuesta, negociando y agotando las vías de la diplomacia, pero teniendo muy clara una idea: "sería inmoral olvidar nuestras convicciones" .

Lo cierto es que el gobierno estadounidense supo dar una respuesta equilibrada y, además, el devenir de los acontecimientos le favoreció en gran medida. Pero lo que queda demostrado en "13 Dias" es que la decisión pública tiene que conjugar objetividad y ética y que rara vez la respuesta de las administraciones está al márgen de la cultura política del país.

Poder, Estado y Soberanía



La concatenación de los tres conceptos -Poder, Estado y Soberanía-, no es arbitraria y responde a una lógica social. La manifestación del Poder es intrínseca al desarrollo de ser humano. Sin embargo, no en todo lugar y en cualquier circunstancia dicho poder se ha canalizado a través de un Estado ni la justificación del mismo orden que comporta ha provocado el surgimiento de la idea de Soberanía.

El poder es la fuerza de imponer el orden; Estado es el orden al aplicar el poder; y Soberanía es la justificación del uso del poder para imponer el orden. Es por ello por lo que conviene delimitar específicamente el contenido exacto de cada uno de los tres conceptos para, posteriormente, entender el progresivo desarrollo del trinomio.


Orden y discurso, racionalidad e imaginario, praxis y teoría, han ido entremezclándose -con mayor o menor intensidad-, desde finales del Siglo XV hasta nuestros días, hasta llegar a configurar lo que hoy conocemos como Estado Social y Democrático de Derecho. Un punto de llegada que no es finito y que manifiesta su vulnerabilidad en un mundo globalizado.

Así, la Teoría del Estado no se construye únicamente sobre bases legales sino, sobre todo, desde bases institucionales que circunscriben el poder y el régimen político en un contexto determinado, con unas características sociales, económicas e históricas determinadas. Las grandes concepciones doctrinales al respecto solo sirven en determinados momentos y en ciertos lugares y siempre parecen superarse con la evolución misma del ciudadano en sociedad. 

En este mismo sentido, es importante considerar que el poder soberano no implica solo orden y Derecho sino, sobre todo, reproducción en el imaginario social y continua actualización en un escenario complejo y de cambio exponencial constante. La fuerza sin lógica se desvanece, el orden sin justificación termina por no aplicarse, las instituciones públicas que no responden al interés social se deslegitiman.

Integración europea y globalización son des fenómenos que pueden desarrollarse mejor sobre la base organizativa de un Estado, siempre que permitan la participación del ciudadano en la configuración de los nuevos órdenes supraestatales. Los nacionalismos pueden, a su vez, ser atendidos y superados dentro de esta estructura, pues fuera de ella apenas tienen sentido.


martes, 9 de octubre de 2012

Unión Europea y soberanía


El filósofo José A. Estévez Araujo en su publicación De la maldad europea y la soberanía popular reflexiona sobre el papel de la Unión Europea más allá del Estado-nación y como ente de naturaleza jurídica singular, a caballo entre el federalismo y el intergubernamentalismo. 

Partiendo de las reglas que se siguen en todo sistema democrático y de Derecho, el poder constituyente es titular de la soberanía popular y se encarga de elaborar una constitución, a modo de contrato o pacto social, para lograr una convivencia pacífica de los ciudadanos en un determinado territorio. Por su parte, es el poder constituido -es decir, las instituciones-, quienes por delegación ejercen dicho poder. 

Es sumamente importante la cronología de estos dos fenómenos puesto que sin poder constituyente no tiene sentido ni se puede conformar el poder constituido. Y es precisamente en la configuración de la Unión Europea donde se ha roto la temporalidad y las instituciones se han ido dotando de cuotas de poder para las que no estaban legitimadas y, por eso, los ciudadanos no las sientes como propias. 

No hay una Constitución Europea ni tampoco se ha suscitado en la población -aunque sí en las élites políticas-, el sentimiento de pertenencia a este ente supraestatal. Sin Constitución, la fuerza política de la Unión Europea se debilita  y el futuro de Europa se asienta sobre decisiones políticas precipitadas y tomadas desde Bruselas, sin saber exactamente en qué nos benefician a pequeña escala.

Un claro síntoma de debilidad son las indefiniciones jurídicas en torno a las competencias que corresponde a la Unión, a través de mecanismos legales tales como las llamadas claúsulas "opting out" o las "cooperaciones reforzadas", las cuales más que acercar a los Estados hacia una integración efectiva, los alejan más.

Lo que resultaba ser la solución se ha convertido en el problema. En un entorno globalizado, un orden supraestatal puede producir efectos contrarios a los deseados si no se constituye de abajo a arriba, empezando por los ciudadanos.

Constitucionalismo global

A propósito de la lectura de Más allá de la soberanía y la ciudadanía: un constitucionalismo global del jurista Luigi Ferragoli, cabe reflexionar sobre el papel que juegan ambas  -soberanía y ciudadanía-, en el escenario internacional.

Según el autor, la soberanía se manifestaba de dos maneras: interna y externamente. La soberanía interna supone la superación del estado de naturaleza del hombre para adaptarlo a la convivencia social y asegurar su propia existencia. Por su parte, la soberanía externa supone una doble vertiente, al negar el estado de naturaleza para conservar el estatus y afirmarlo para relacionarse con otros y permanecer en constante guerra.

La ciudadanía, por su parte, ha pasado del "ius gentum" en el que el Derecho universal era de todos, a ciudadanías desiguales e incluso personas que no adquieren tal calificativo.

Constitución y globalidad convergen en un mismo fin: el constitucionalismo global. Una constitución universal supera los límites del obsoleto concepto de soberanía y dota al fenómeno social de unos renovados elementos jurídicos de orden y seguridad.  Por su parte, la globalización -canalizada a través los ciudadanos-, transmite dicha renovación y legitima el poder constituido.

Como señala en la lectura el jurista italiano, la verdadera dificultad estriba en desarrollar el nuevo orden jurídico universal, donde se superen las jerarquías de los Ordenamientos Jurídicos nacionales, donde se desnacionalicen los Derechos Humanos, donde se mantengan situaciones de igual a igual en la comunidad internacional y, -sobre todo y a mi entender-, donde se supere la regresiva identidad y se camine hacia la afirmación de toda persona en lo que es y debe ser en cualquier lugar del mundo: ciudadano de derechos.

El imaginario social en el dispositivo del poder

¿Cómo se sostiene una sociedad a la que nada trasciende pero que trasciende a todos sus miembros?  

La pregunta de Emile Poulat ha tenido respuestas variadas a lo largo de la historia, basadas en teorías sociológicas onmicomprensivas y grandes concepciones universales. Pero, ¿cuál es ahora la respuesta válida a nuestra pregunta? ¿Qué renueva el dispositivo del poder? ¿Cómo se legitima la conciencia colectiva?

De la lectura del filósofo Enrique E. Marí "Racionalidad e imaginario social en el discurso del orden" se deduce que el imaginario social, es, junto con el discurso del orden, las dos piedras angulares del dispositivo del poder. Así, mientras que en el orden prima la racionalidad, las reglas, las leyes como fuerza-razón y los mecanismos de obediencia, en el imaginario el poder encuentra su vigencia y su reproducción. Imaginario social es la creación de lazos entre los códigos y la realidad, el control de la disciplina, "la llave de los cuerpos para el acceso de la ley".

Llegados a este punto, la articulación de ambos sostenes -orden e imaginario-, en uno -poder-, no es tarea sencilla. Kelsen sostuvo que "no hay imperativo sin imperator", es decir, que nada de lo que se decida es válido si no ha nacido previamente de la cociencia colectiva. 

Hoy en día, el modelo fracasa por las dos vertientes: en cuanto al orden, puesto que la seguridad de vivir en colectividad bajo un contrato social ha generado un sistema político con deficiencias y una crisis institucional; en cuanto al imaginario social, puesto que en un mundo en el que el ciudadano gana individualismo, pierde identidad política con el Estado y siente vulnerabilidad en el escenario globalizado, no buscará lazos de unión con la sociedad, perderá su pequeña dosis de soberanía nacional y sentirá desafección por lo que le rodea. 

Como señala la propia lectura, la respuesta a esa búsqueda de conexión entre la razón y la imaginación puede ser lo que Kelsen denominó Grundnorm.

Opinión sobre la clase política española

Malos tiempos para los políticos en España. El último Barómetro de Septiembre de 2012 del Centro de Investigaciones Sociológicas arroja un resultado que viene perdurando en los últimos 17 meses: el tercer problema de mayor importancia para los españoles es su clase política.


 Pero el dato va más allá del titular. Si analizamos la encuesta completa del CIS, la opinión pública se muestra bastante crítica con la política que, en términos generales, se sigue en España. Más del 73% de los encuestados la cataloga como mala o muy mala, peor o igual que hace exactamente un año y, lo que es más inquietante, casi el 80% consideran que en un futuro la situación será la misma o incluso peor.


Siendo así, se agrava profundamente el modelo de democracia representativa en España y los políticos no parecen hacer nada al respecto. No estamos mal acostumbrando a relacionar corrupción con política, a ver una total impunidad de los responsables públicos, a blanquear la falta de liderazgo de los representantes con discursos que apelan a la moral más que al entendimiento o a dejarnos guiar por decisiones tecnócratas que exceden los límites de la soberanía del Estado. ¿Quién nos representa?

Y lo que es más catastrofista, los ciudadanos somos ninguneados y mostramos recelo a la clase política por ejercer un derecho fundamental como es el de manifestación. Si a uno de los pocos instrumentos de participación social lo califican como "golpe de Estado", ¿qué nos queda como ciudadanos? ¿Qué sentido tiene la democracia?

lunes, 1 de octubre de 2012

Sobre BOLETIC


La Asociación Profesional del Cuerpo Superior de Sistemas y Tecnologías de la Información de la Administración del Estado (Astic) la conforman funcionarios del Cuerpo Superior de Sistemas y Tecnologías de la Información de la Administración del Estado (actualmente 640), cuyo principal cometido  es la dirección y gestión de Unidades y proyectos relativos a Sistemas de Información y Comunicación de las Administraciones Públicas. La Asociación nace con el objetivo de mejorar los servicios públicos que se prestan al ciudadano, a través del buen uso de la Tecnología.

Astic elabora, a su vez, una revista llamada BOLETIC. Con periodicidad -más o menos- cuatrimestral, BOLETIC profundiza en temas  de eAdministración, teniendo en cuenta la experiencia del colectivo que elabora los artículos e incidiendo en los temas más prblemáticos de la puesta en práctica de los servicios públicos electrónicos.

En el último número de la revista (Nº 63), los autores realizan un monográfico dedicado a la implantación de la Ley 11/2007, de 22 de Junio, de Acceso Electrónico de los Ciudadanos a los Servicios Públicos.