martes, 9 de octubre de 2012

Unión Europea y soberanía


El filósofo José A. Estévez Araujo en su publicación De la maldad europea y la soberanía popular reflexiona sobre el papel de la Unión Europea más allá del Estado-nación y como ente de naturaleza jurídica singular, a caballo entre el federalismo y el intergubernamentalismo. 

Partiendo de las reglas que se siguen en todo sistema democrático y de Derecho, el poder constituyente es titular de la soberanía popular y se encarga de elaborar una constitución, a modo de contrato o pacto social, para lograr una convivencia pacífica de los ciudadanos en un determinado territorio. Por su parte, es el poder constituido -es decir, las instituciones-, quienes por delegación ejercen dicho poder. 

Es sumamente importante la cronología de estos dos fenómenos puesto que sin poder constituyente no tiene sentido ni se puede conformar el poder constituido. Y es precisamente en la configuración de la Unión Europea donde se ha roto la temporalidad y las instituciones se han ido dotando de cuotas de poder para las que no estaban legitimadas y, por eso, los ciudadanos no las sientes como propias. 

No hay una Constitución Europea ni tampoco se ha suscitado en la población -aunque sí en las élites políticas-, el sentimiento de pertenencia a este ente supraestatal. Sin Constitución, la fuerza política de la Unión Europea se debilita  y el futuro de Europa se asienta sobre decisiones políticas precipitadas y tomadas desde Bruselas, sin saber exactamente en qué nos benefician a pequeña escala.

Un claro síntoma de debilidad son las indefiniciones jurídicas en torno a las competencias que corresponde a la Unión, a través de mecanismos legales tales como las llamadas claúsulas "opting out" o las "cooperaciones reforzadas", las cuales más que acercar a los Estados hacia una integración efectiva, los alejan más.

Lo que resultaba ser la solución se ha convertido en el problema. En un entorno globalizado, un orden supraestatal puede producir efectos contrarios a los deseados si no se constituye de abajo a arriba, empezando por los ciudadanos.

2 comentarios:

  1. Marta, tus articulos son simepre muy interesantes. Igual que tú, creo que una constitución europea es necesaria para establecer este poder constituyente en este "mega-estado" conocido como la UE. Sin embardo, los tratados no son una forma de esta constitución?

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  2. Querida Dina:

    Gracias por tus comentarios porque son muy enriquecedores y aportan mucha información!

    Respondiendo a tu pregunta, creo que los Tratados positivizan el poder pero no lo legitiman. Es decir, no se consigue lo verdaderamente importante que es la plasmación de la voluntad soberana como poder constituyente en un acto singular, único y onmicomprensivo: la Constitución. Los Tratados, al fin y al cabo, solo serían instrumentos jurídicos aprobados por poderes constituidos.

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