lunes, 15 de julio de 2013

ARGO

En Octubre de 1979, el dictador iraní Sha Mohammad Reza Pahlevi viajó a Nueva York para someterse a un tratamiento médico por el cáncer que padecía. El hecho de que obtuviera asilo estadounidense cuando el pueblo iraní quería que permaneciese en su país para ser juzgado y condenado por sus crímenes, provocó el levantamiento ciudadano contra esta decisión. El principal inspirador de la revuelta fue el ayatolá Ruhollah Jomeine, quien asumió la dirección de Irán en ese mismo momento. En este mar de disputas sociales, el 4 de Noviembre de ese mismo año, la embajada de EE.UU en Teherán fue asaltada por un gran número de estudiantes iraníes, en repulsa a las decisiones adoptadas por el gobierno norteamericano. Durante el disturbio, fueron secuestrados sesenta y seis rehenes y seis trabajadores de la embajada, de nacionalidad estadounidense, consiguieron escapar y ocultarse en la embajada canadiense de Teherán.

ARGO es el título de una película basada en hechos reales, cuya trama desarrolla los acontecimientos que tuvieron lugar en el país para la liberación de los seis ciudadanos de EE.UU, dentro de la denominada Crisis de los Rehenes de Irán de 1979

 

Mientras el nuevo régimen trabaja sin descanso para reconstruir las fotos y reconocer a los seis americanos huídos de la embajada, la CIA llama a Tony Méndez, un experto en misiones de rescate internacional, para que les ayude a sacarlos del país. Definen varias alternativas no demasiado sólidas para su liberación hasta que, finalmente, se decide tomar una de ellas, a simple vista la más insólita. Así, pretenden hacer pasar a los seis estadounidenses por miembros de un equipo de rodaje de una película de ciencia ficción -cuyo guión se titula, precisamente, ARGO-, que busca locaciones externas en Irán y, de esta manera, conseguir llevarlos al aeropuerto en vuelo comercial y regresar con vida a norteamérica.

La película crea un suspense continuo, pues si los seis ciudadanos son descubiertos significaría la horca para ellos. Por eso, los liberadores no escatiman en recursos e imaginación para hacer lo más creíble posible la trama. Tal es así que incluso la CIA contacta con dos expertos de Hollywood de aquel momento -el guionista John Chambers y el productor Lester Siegel-, para crear una película falsa con todos los efectos necesarios, tanto comerciales como técnicos.


Visionando el film, podemos hacernos preguntas tales como, ¿la libertad de seis personas merece la pena si se pone en riesgo la seguridad de muchas más? ¿Hasta dónde puede negociar, ceder y conprometerse un gobierno para asegurar la integridad de sus ciudadanos? ¿Qué intereses se ponen de manifiesto en un conflicto diplomático? ¿En base a qué estrategias se toman decisiones? ¿La vida de un ciudadano vale el riesgo que asume otro?
  
En palabras de RAMIRO DE MAETZU, "la libertad no tiene su valor en sí misma: hay que apreciarla por las cosas que con ella se consiguen".

2 comentarios:

  1. Hola Marta, es muy interesante tu comentario sobre la película Argo y las preguntas que tu planteas al final. Obviamente tengo mis reservas sobre la película y la política de EE.UU en el oriente medio, donde hay mucha diferencia entre lo que se publica y lo que de verdad pasa, pero si fijamos en tus preguntas en una manera neutral, voy a contestar con el siguiente:
    En 2006 Hizbullah en el Líbano secuestró 2 soldados israelís, y en represalias, Israel entró en guerra con Hizbullah, matando más que 1600 líbaneses, niños y civiles. Al final, los dos soldados fueron devueltos a Israel, en sus tumbas obviamente, y casi 160 israelís fueron afectados por los ataques de Hizbulla. A base de esto, creo que utopicamente para salvar la vida de un ciudadano vale el riesgo de los demás, pero en realidad, ambos isrealis y libaneses fueron enfadados con sus gobiernos por dejar el "orgullo" y el "eslogan de respeto de la ciudadanía" costarles la vida de sus familias.

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  2. Estimada Dina:

    Muchas gracias por tus siempre valiosos comentarios.

    Ciertamente, se trata de un tema complejo en el que se deben decidir muy bien las estrategias. Como señalas, en nombre de la libertad se suelen cometer crímenes atroces con los que justificar la adopción de estrategias que no responden más que a la sinrazón y el fanatismo.

    Un abrazo.

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