La participación política es el alma de la democracia. En palabras de BRADY, R., es “la acción del ciudadano ordinario dirigida a influir en algunos resultados políticos”. De la definición escogida podemos identificar cuatro elementos básicos: 1) toda participación política hace referencia a una acción, un comportamiento observable realizado por los actores políticos, ya sean éstos individuales o colectivos; 2) Los actores que actúan no pertenecen a las élites; 3) esta acción tiene la función de influir; es decir, de exigir demandas y de aportar soluciones en lo político; y 4) se requiere que el objetivo del acto sea obtener cualquier resultado político, es decir, cualquier decisión sobre la asignación jerárquica de valores en una sociedad. Así, SÁNCHEZ MEDERO, G. y SÁNCHEZ MEDERO, R., afirman que “en
las democracias representativas la participación política es el
principal mecanismo con el que cuentan los ciudadanos para trasmitir
información sobre sus intereses, preferencias y necesidades, y así
presionar para obtener respuestas de sus dirigentes”.
La participación electoral es la forma de participación política más generalizada, influenciada por muy diversos factores relacionados con los atributos personales (edad, sexo, etc.), con las actitudes y los valores (eficacia política, confianza institucional, etc.) y con factores más de carácter institucional (grado de apertura del sistema, etc.).
La participación política en España es baja, máxime si comparamos esta cifra con la obtenida por otros países Europeos como Suecia. Además, existe un fuerte sentimiento de desafección política entre los españoles que se mantiene en el tiempo y que está relacionada con la baja confianza que los ciudadanos tienen de los políticos y de los partidos. Por tanto, de los datos mostrados en este estudio podemos concluir la urgente necesidad que se percibe de la realidad social para que los responsables públicos actúen y ayuden a resolver la crisis de representatividad y mejoren la calidad de la democracia, fomentando la participación política entre los ciudadanos.
La Sociedad Tecnológica aumenta las posibilidades de participación política de los ciudadanos, siempre que superemos la denominada “brecha digital” y realicemos una correcta regulación jurídica de la misma. La incorporación de las TIC al proceso participativo en política ofrece dos ventajas muy importantes: por una parte, refuerza y mejora el sistema democrático ya existente, solventando el déficit participativo y la desafección ciudadana por los asuntos públicos; por otra parte, aporta un nuevo sentido al concepto de democracia, ofreciendo nuevas oportunidades que posibiliten la participación política en las sociedades avanzadas.
Tal y como afirma GARCÍA-CALABRÉS COBO, F., “es fundamental la participación ciudadana en la vida social
y política, pues de la misma resulta el termómetro de la vitalidad de la
democracia. Pero ello supone un esfuerzo de generosidad, y una visión amplia de
los poderes pues han de dejar espacio a esa participación real, y han de
transformar su gestión y gobierno en co-gobierno con los ciudadanos. Ya no son
los poderes políticos elegidos en las urnas dueños de un cheque en blanco que
les durará cuatro años, sino que han de contar con los ciudadanos para la
ejecución de las políticas que han de recaer sobre la vida y condiciones de
aquéllos. Ello supone una tensión entre el poder representante elegido y el
representado, que no debemos olvidar es el pueblo depositario de la soberanía”.
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