Tal y como se recoge en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, un discurso es “un razonamiento o exposición sobre algún tema que se lee o pronuncia en público”. Es toda sucesión de palabras y de gestos y emociones que sirven para expresar lo que discurrimos de forma ordenada, acomodada y proporcionada a la finalidad que se pretende alcanzar. El discurso público es, de este modo, una práctica social importante para la creación de argumentación para el consenso, que desarrolla un tema de interés para un gran número de personas y en el que el emisor ocupa algún cargo o representación pública.
No debe haber discurso público más esperando para los ciudadanos y más atractivo para un dirigente político que aquel que se reciba o se emita para poner punto final a la grave situación económica en la que nos encontramos y, lo que aún es más importante, aquel que construya esperanza en el futuro y motivación.
Se pueden distinguir varios elementos del discurso que constituyen la situación comunicativa del mismo y que pueden servirnos de ayuda para trazar nuestra estrategia:
- Los interlocutores: tano el emisor como el recepto. En este sentido, BARNÉS, J. S. habla de la importancia que tiene para el emisor observarse como político, “realizando un esfuerzo personal de someterse a un juicio valorativo de su propio ser en un acto de reflexión interna y meditación personal que la permita estimarse y apreciarse como político y juzgarse y tasarse como persona”.
- Las circunstancias: parámetros como la oportunidad, el espacio, el tiempo, los participantes o la formalidad condicionan el mensaje que deseamos transmitir. En especial, habría que medir lo que PIZETTI, J. define como “humor social” buscando con este hecho encontrar el momento idóneo para el discurso a modo de termómetro social de confianza.
- La intencionalidad: es el propósito que persigue el hablante con la emisión de su discurso. Esto significa que el emisor, a través de su mensaje, busca producir un efecto en el receptor y que dicho efecto puede lograrse no solo con las palabras sino también con el lenguaje no verbal.
- La temática: eligiendo un contenido adecuado que busque bases de apoyo y gane credibilidad en el emisor y, lo más importante en este caso, sirva para limpiar la imagen del orado. Tal y como afirma NAVARRO, I., “no hay que pretender hacer inocente a nadie, sino estimular que la efervescencia de la crisis pase más rápido en el reposicionamiento de la imagen se busca lograr que la opinión pública sea menos agresiva ante la imagen de alguien que pasó por la tormenta”.
- El mensaje: está definido como la información que el emisor envía al receptor a través de un medio de comunicación determinado. También se aplica, dependiendo del contexto, a la presentación de dicha información, es decir, a los símbolos utilizados para transmitir el mensaje.
En definitiva, lo más importante para conseguir una buena comunicación política es planificar una buena estrategia, mediante la cual se dirijan todas las operaciones del proceso y se asegure la decisión óptima en cada momento. Además, unida a la estrategia, a la hora de emitir un discurso que informe sobre el final de la crisis mundial, considero indispensable tener sensibilidad para la oportunidad, seguridad, positivismo y espíritu de colaboración.
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