"La inteligencia emocional es útil en tiempos de bonanza, imprescidible en tiempos de crisis". WEINSINGER, H.
Si por Comunicación Política entendemos, tal y como define CANEL, M. J., "el intercambio de signos, señales o símbolos de cualquier clase, entre personas físicas o sociales, con el que se articulan la toma de decisiones políticas así como la aplicación de éstas en la comunidad", las emociones juegan un papel relevante en dicho intercambio, pues a través de ellas la palabra o el gesto se hacen mensaje.
La gente no vota necesariamente por sus intereses sino por su identidad, por sus valores, por sus ideas y cómo éstas son necesarias pero no suficientes si no se acompañan de emociones que remuevan al receptor del mensaje, que provoquen en él una actitud positiva e incluyente.
Quizás uno de los recursos emocionales que funcionan mejor en política sea la música, pues tal y como afirma GUITIÉRREZ-RUBÍ, A., “La utilización de la música en la política (sobre todo en campaña electoral), ayuda a la conexión emocional con el ciudadano, a la identificación de un partido, de un candidato de manera muy efectiva” o, en palabras de BRADER, T., la música “ni completa o substituye el mensaje verbal, pero afila su efectividad alterando como se recibe el mensaje”. Este recurso, aunque creo que está infrautilizado en España, ha sido muy utilizado en las campañas electorales estadounidenses. Es de destacar el impacto social que consiguió Barack Obama en las elecciones de 2008 con la canción Yes, we can.
Pero, ¿hasta qué punto y en qué medida podemos hacer uso de estos recursos emocionales en la comunicación política? Y es que, tal y como afirma RUIZ SOROA, J. M., los gobernantes caen en la incorrección de que "no sólo se emocionan, sino que se extasian arrobados ante su propia emoción y la muestran al público como argumento inapelable de la corrección moral de sus decisiones: «mi emoción me explica», como el 'culto a la emoción' de que ha hablado Michel Lacroix. Eso no es hacer política con emoción, sino hacer política de la emoción. Es sentimentalismo, es decir, el sentimiento sin la guía de la razón".
Si por Comunicación Política entendemos, tal y como define CANEL, M. J., "el intercambio de signos, señales o símbolos de cualquier clase, entre personas físicas o sociales, con el que se articulan la toma de decisiones políticas así como la aplicación de éstas en la comunidad", las emociones juegan un papel relevante en dicho intercambio, pues a través de ellas la palabra o el gesto se hacen mensaje.
La gente no vota necesariamente por sus intereses sino por su identidad, por sus valores, por sus ideas y cómo éstas son necesarias pero no suficientes si no se acompañan de emociones que remuevan al receptor del mensaje, que provoquen en él una actitud positiva e incluyente.
Quizás uno de los recursos emocionales que funcionan mejor en política sea la música, pues tal y como afirma GUITIÉRREZ-RUBÍ, A., “La utilización de la música en la política (sobre todo en campaña electoral), ayuda a la conexión emocional con el ciudadano, a la identificación de un partido, de un candidato de manera muy efectiva” o, en palabras de BRADER, T., la música “ni completa o substituye el mensaje verbal, pero afila su efectividad alterando como se recibe el mensaje”. Este recurso, aunque creo que está infrautilizado en España, ha sido muy utilizado en las campañas electorales estadounidenses. Es de destacar el impacto social que consiguió Barack Obama en las elecciones de 2008 con la canción Yes, we can.
Pero, ¿hasta qué punto y en qué medida podemos hacer uso de estos recursos emocionales en la comunicación política? Y es que, tal y como afirma RUIZ SOROA, J. M., los gobernantes caen en la incorrección de que "no sólo se emocionan, sino que se extasian arrobados ante su propia emoción y la muestran al público como argumento inapelable de la corrección moral de sus decisiones: «mi emoción me explica», como el 'culto a la emoción' de que ha hablado Michel Lacroix. Eso no es hacer política con emoción, sino hacer política de la emoción. Es sentimentalismo, es decir, el sentimiento sin la guía de la razón".
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