martes, 2 de abril de 2013

Barack Obama: el poder del lenguaje en el líder político


Utilizando el símil de PLAZA ROCA, A., se entiende por Brújula de Gobierno a las “herramientas, instrumentos, iniciativas y nuevos canales preparados para funcionar en un contexto turbulento como el actual y que está basada en cinco pilares fundamentales: la estrategia, la escucha ciudadana, la participación ciudadana, la comunicación y el marketing y la formación”. El presidente estadounidense Barack Obama es un claro ejemplo de dirigente político que deja guiarse por esta nueva forma de hacer política, buscando asesoramiento profesional en una consultora externa para planificar tanto sus campañas electorales como su política de comunicación diaria en el gobierno, entendido perfectamente el proceso continuo de interacción con el ciudadano. Todo está estudiado en Obama, todo responde a una estrategia donde predomina su dominio tanto del lenguaje verbal como del no verbal. 

Analizando la comunicación no verbal del presidente, algunas de las claves de su éxito podrían ser las siguientes: gesticula correctamente, a la vez que habla con suavidad pero, a la vez, con firmeza y rotundidad. Suele utilizar los mismos gestos y en el momento adecuado, justo cuando quiere llamar la atención del receptor del su mensaje; parece que mira a los ojos a toda su audiencia y a cada uno de ellos en particular. Ese contacto visual hace que empatice más con los ciudadanos, que se crea el mensaje que transmite. Esto es posible porque muchos de los discursos que realiza los hace de memoria; a la hora de saludar, Obama siempre sonriendo estrecha la mano de sus invitados y, la otra mano, la coloca en el hombro o en el brazo de la persona a la que está saludando como muestra de cercanía y afectividad hacia ella. Además, les saluda preguntándoles cómo se encuentran intentando conectarcon ellos como un ciudadano más; y siempre muestra un rostro amable, alegre, cercano, correcto, educado, transmitiendo optimismo. 
 


En cuanto a la comunicación no verbal, el presidente estadounidense parece dominar el poder de las palabras. A la hora de comunicarse, Obama utiliza muchas pausas alargadas y varias entonaciones según en el momento en el que se encuentre, cuidando al mínimo detalle tanto lo que dice como el ritmo de su mensaje. Controla también la altura, los estados de ánimo, los suspiros, la intensidad de la voz, el volumen y el ritmo, la extensión del discurso, el público al que se dirige, etc. A veces da la sensación que está recitando poesía o cantando. Resulta simpático y agradable generalmente, mientras que en los discursos abunda la seriedad y la contundencia en sus expresiones. Utiliza las enumeraciones en sus mensajes para facilitar la comunicación con el público, el recurso a las imágenes y a las alegorías, la repetición de frases y palabras sin abusar de ella, para que sus oyentes no pierdan el hilo del discurso y para no distraer la atención del público y es capaz de ralentizar el mensaje a su antojo.

Obama maneja incluso el silencio con gran soltura, como arma muy poderosa y, en muchas ocasiones, aunque parecen una eternidad, son la clave de su éxito. Nunca descalifica ni se muestra grosero, empatiza con el público, busca un terreno en común con la audiencia a la que se dirige en cada momento. La utilización del “nosotros” introduce a la audiencia en el discurso y resulta integrador. Domina la utilización de frases breves, creando eslóganes y oraciones muy fáciles de recordar, trabajando mucho en sus discursos y puliendo las palabras que mejor pueden transmitir el mensaje que quiere comunicar.

Pero sin duda, una de las claves del presidente estadounidense es que hace del político un hombre, utilizando con mucho dominio los recursos emocionales. Habla de su infancia, de su familia, de sus sueños, utiliza la técnica del "storytelling" con gran soltura, pronuncia grandes palabras cargadas de sentimentalismo como esperanza, oportunidad, futuro o unión.

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