Las Administraciones Públicas están expuestas a un entorno cada vez más cambiante, donde participan numerosos actores y donde a las dimensiones propias de cualquier organización (organizativa y social) hay que añadir una tercera dimensión, la dimensión política. La planificación estratégica es un proceso que apunta a la definición de la estrategia de una organización, junto con la definición de responsabilidades para la implementación de la misma, que le permiten dar respuesta a los nuevos problemas con los que se enfrenta en su funcionamiento cotidiano. Esta planificación precisa de una reflexión profunda entre los miembros de una organización, que busca identificar lo que ésta es actualmente, con sus fortalezas y deficiencias, y lo que quiere ser en el futuro, definiendo para ello unos objetivos y metas y sus estrategias correspondientes (ARRANZ BUESO, E.).
La dirección participativa es un requisito indispensable en cualquier proceso de cambio, pues siempre debe haber un miembro que dirija, impulse, coordine, motive y legitime las estrategias de mejora en las organizaciones. Afrontar los problemas supone contar con todos los agentes implicados en ellos para que participen en su diagnóstico y en el diseño de mejoras que consigan romper con su lógica interna. En definitiva, ser capaces de combinar opiniones individuales que permitan tomar decisiones colectivas, incrementando así la capacidad creativa de la organización generando ideas, descomponiendo problemas y proponiendo posibles soluciones (GUILLÉN ZANÓN, A.).
No pueden tratarse, con carácter global, todos los problemas a las que se enfrenta una organización porque los recursos con los que cuenta son limitados. La propia elección de aquéllos sobre los que se definen las estrategias y las mejoras ya supone una auténtica decisión de valor para una institución. Priorizarlos, cuantificarlos, ordenarlos cronológicamente, presupuestarlos y evaluarlos resulta de vital trascendencia e importancia para una organización y auguran el posible éxito de la implantación de mejoras. Por eso, la planificación es básica a la hora de enfrentarnos a cualquier problema, porque del diagnóstico inicial de las debilidades de una organización y la toma en consideración de los recursos que posee, resultan auténticas oportunidades de futuro para esa institución.