jueves, 24 de julio de 2014

Gobernanza democrática


La principal característica de la Gobernanza, definida ésta por la RAE como “el arte o la manera de gobernar, que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la Sociedad y el Mercado de la Economía”, es, precisamente, la promoción del sano equilibrio entre el Estado, la Sociedad y el Mercado, la particularidad más destacable de este paradigma social.

La Gobernanza se ubica en el cruce de tres procesos: Estado, Sociedad y Mercado, siendo el Tercer Sector el que cobra una relevancia significativa. En este sentido, tal como afirma el Profesor Canales, este modo de gobernar implica “la actuación simultánea y dialéctica de diversas instituciones y actores sociales, económicos y políticos, de forma integrada y coordinada”. Por lo que su nota más característica es la participación ciudadana.

Incidiendo sobre esta misma idea, Closa (2003: 502), afirma que “difuminar la distinción entre público y privado, por una parte, y reconducir la política a la gestión de las consultas, deliberaciones, etc., por otra parte, parece despojar a la política de su naturaleza conflictiva”. Considero que, por el contrario, afianzar el papel de la Sociedad Civil en el gobierno de un Estado rememora la democracia y hace partícipe al ciudadano en la sociedad, sin que ello suponga una pérdida de poder de dicho Estado sino simplemente una transformación del protagonismo exacerbado del mismo.

Por tanto, al tratar la Gobernanza, también es necesario aludir al concepto de democracia deliberativa o reflexiva, el cual se construye bajo los pilares de la democracia representativa y complementando la participación disciplinada del paradigma neoinstitucionalista. Así, surgen nuevas fórmulas, cada vez más extendidas, que introducen a más agentes en la vida política, por lo que la interacción entre los actores y las instituciones se complejiza, pero a la vez se complementan y se desarrollan en aprendizaje continuo, hacia la búsqueda de las mejores decisiones políticas que aseguren la vida en colectividad.

El Libro Blanco sobre la Gobernanza, recoge los cinco principios básicos de rigen la misma (Apertura, Participación, Responsabilidad, Eficacia y Coherencia), siendo la participación el más importante de ellos. El citado Libro recoge la necesaria intervención de los ciudadanos en todas y cada una de las distintas fases del proceso político, lo cual generaría una mayor confianza en los resultados finales y en las instituciones de las que emanan las decisiones, adoptando un enfoque integrador.

Pero, ¿cómo articulamos la participación? ¿Son suficientes los mecanismos que el legislador ha desarrollado para facilitar la intervención del ciudadano en política? ¿Cómo podemos ejercer una manera de gobernar equilibrada institucionalmente? Muchos autores coinciden en señalar el riesgo de que la sociedad segmente su participación en grupos de interés que, dependiendo de los recursos que posean, puedan involucrarse más o menos en política y su voz sea tenida más o menos en cuenta en los procesos decisionales. Aquí, la implicación del ciudadano resulta de vital importancia.
 

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