jueves, 7 de marzo de 2013

"La Cortina de Humo"

" Un buen plan hoy es mejor que un plan perfecto mañana".

Improvisación, manupulación y excentricidad. "La Cortina de Humo" (1997),  es una película que muestra -de manera un tanto exagerada-, hasta qué punto la política de comunicación de un gobierno puede influir en la opinión pública a su conveniencia, incluso hasta el punto de inventarse acontecimientos que no han sucedido para ocultar hechos que se presumen como ciertos. Protagonistas sin escrúpulos capaces de mercadear con dramas humanos, ofrecen sus servicios a un presidente sumido en plena campaña electoral para encubrir un supuesto delito de acoso sexual y ganar con ello el favor de un pueblo y rédito electoral. 

La película señala con rotundidad la importancia que tienen los profesionales externos en las organizaciones políticas, en las decisiones que adoptan los gobernantes. Un presidente y un gabinete ejecutivo que son dirigidos por personas de dudosa reputación, ¿representan en realidad los intereses de los ciudadanos o los suyos propios? El asesor de confianza -Robert De Niro- se muestra más fiel a las órdenes del dirigente político pero el productor de cine en la película -Dustin Hoffman-, busca unicamente reconocimiento personal a su trayectoria profesional.

Ganar tiempo a base de mentiras, fingir guerras, encubrir delitos, acordarse más de las insiginas que de la querra, considerar lo correcto como lo rentablemente efectivo, jugar con imágenes, utilizar a personas como medios para conseguir fines, actuar al margen de la ley, buscar héores que no existen... ¿Dónde está el límite y quién lo establece?

Somos fácilmente maleables, vulnerables al sistema y emotivos con situaciones que aparentemente no despertarían mayor relevancia en nosotros si no son adornadas con palabras, escenarios y canciones que remuevan lo más profundo que nos caracteriza como seres humanos. Se construyen noticias constantemente y las damos como ciertas sin preguntarnos qué tienen de objetivas y los medios de comunicación suelen mostrarse -de forma directa o indirecta- más o menos afines a determinados partidos políticos e impregnan los espacios informativos de subjetividad. ¿Qué podemos dar como cierto¿ ¿Dónde está el límite y quién lo establece?

Estamos continuamente expuestos al arbitrio de quien decide, sabiendo que la última palabra nos pertenece. ¿Hasta qué punto nos pueden engañar o consentimos que nos engañen? 

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