En términos generales, podemos señalar que las transiciones democráticas son el espacio de tiempo que discurre desde la crisis de un régimen autoritario hasta la instauración de un régimen democrático, a modo de proceso casual en el que se decide sobre cuáles deben ser las transformaciones a realizar para pasar de un sistema a otro, donde se pone de manifiesto un conflicto político entre diversos actores que compiten por poner en práctica políticas basadas en diferentes concepciones de gobierno.
LINZ y STEPAN, más que mostrarnos las concretas fases de transición a la democracia –algo que no es nada sencillo y que depende de múltiples factores como los históricos, los socioeconómicos, los culturales, etc.-, nos señalan tres momentos esenciales en las mismas:
1) Cuándo comienzan.
STEPAN señala diez vías alternativas desde regímenes no democráticos a la democracia política divididas en tres grandes bloques, teniendo en cuenta los ejemplos prácticos que nos ha ido mostrando la historia: A) Países que han accedido a la transición en conexión con una guerra internacional o intervención exterior, distinguiendo los que ha iniciado una revolución interna después de una ocupación extranjera, los de reformulación democrática interna después de liberalización extranjera o los dirigidos hacia la democracia de forma externa; B) Países que han accedido a la transición por procesos de democratización iniciados y controlados por regímenes autoritarios, distinguiendo los de transformación dirigida desde dentro del régimen autoritario, los de transformación iniciada por militares desde dentro del gobierno o dirigida por ellos; y c) Países que han accedido a la transición por el importante papel que han jugado las fuerzas de oposición, distinguiendo aquellos en los que la sociedad elimina al régimen, los partidos pactan para el fin de dicho régimen, se produce una revolución violenta o tiene lugar una guerra revolucionaria.
2) Cuándo se completan.
En este sentido, para muchos autores existen dos dinámicas básicas que suelen darse en las transiciones y que, aunque por sí solos no aseguran la democracia, unidos son determinantes. Por un lado, la denominada liberalización, esto es, el hacer efectivo ciertos derechos para la protección de los ciudadanos frente a los actos arbitrales que se lleven a cabo desde la estructura política antidemocrática, como la flexibilización de normas restrictivas en aspectos relacionados con la sindicación, la libertad de expresión, la economía, etc. Con ello se conseguiría desintegrar poco a poco el régimen autoritario. Por otro lado, la denominada democratización, que supone la modificación del régimen antidemocrático imperante a partir de procesos de representación política, consiguiendo institucionalizar un nuevo sistema de gobierno. Incluiría el acuerdo sobre los procedimientos para producir un gobierno electo. Como bien señala Di Palma, “la transición se completa cuando un acuerdo sobre las reglas del juego democrático ha sido alcanzado y puesto en funcionamiento”.
3) Cuándo se consolidan.
En este periodo, lo importante es contar con garantías adecuadas para el desempeño de una sociedad civil libre y activa, políticamente madura y autónoma, que cuente con un régimen legal sólido, una burocracia institucionalizada y una economía institucionalizada, lo que resumen los citados autores en “un gobierno con capacidad efectiva para mandar, regular y extraer recursos”.
STEPAN señala diez vías alternativas desde regímenes no democráticos a la democracia política divididas en tres grandes bloques, teniendo en cuenta los ejemplos prácticos que nos ha ido mostrando la historia: A) Países que han accedido a la transición en conexión con una guerra internacional o intervención exterior, distinguiendo los que ha iniciado una revolución interna después de una ocupación extranjera, los de reformulación democrática interna después de liberalización extranjera o los dirigidos hacia la democracia de forma externa; B) Países que han accedido a la transición por procesos de democratización iniciados y controlados por regímenes autoritarios, distinguiendo los de transformación dirigida desde dentro del régimen autoritario, los de transformación iniciada por militares desde dentro del gobierno o dirigida por ellos; y c) Países que han accedido a la transición por el importante papel que han jugado las fuerzas de oposición, distinguiendo aquellos en los que la sociedad elimina al régimen, los partidos pactan para el fin de dicho régimen, se produce una revolución violenta o tiene lugar una guerra revolucionaria.
2) Cuándo se completan.
En este sentido, para muchos autores existen dos dinámicas básicas que suelen darse en las transiciones y que, aunque por sí solos no aseguran la democracia, unidos son determinantes. Por un lado, la denominada liberalización, esto es, el hacer efectivo ciertos derechos para la protección de los ciudadanos frente a los actos arbitrales que se lleven a cabo desde la estructura política antidemocrática, como la flexibilización de normas restrictivas en aspectos relacionados con la sindicación, la libertad de expresión, la economía, etc. Con ello se conseguiría desintegrar poco a poco el régimen autoritario. Por otro lado, la denominada democratización, que supone la modificación del régimen antidemocrático imperante a partir de procesos de representación política, consiguiendo institucionalizar un nuevo sistema de gobierno. Incluiría el acuerdo sobre los procedimientos para producir un gobierno electo. Como bien señala Di Palma, “la transición se completa cuando un acuerdo sobre las reglas del juego democrático ha sido alcanzado y puesto en funcionamiento”.
3) Cuándo se consolidan.
En este periodo, lo importante es contar con garantías adecuadas para el desempeño de una sociedad civil libre y activa, políticamente madura y autónoma, que cuente con un régimen legal sólido, una burocracia institucionalizada y una economía institucionalizada, lo que resumen los citados autores en “un gobierno con capacidad efectiva para mandar, regular y extraer recursos”.
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